Air / Breath / EasyAir
Este aceite se me antoja como pequeñas partículas de Universo en frasco.
Una mezcla que en efecto sí parece mejunje de bruja. Que lleva laurel, eucalipto, ravensara, limón, melaleuca, menta y cardamomo que nos despejan el pecho haciendo así que fluya el cosmos entero en nuestro cuerpo.
Dejando así que el oxígeno fluya y con eso se despeje nuestra capacidad de recibir y dar amor. Tomar aire, merecer todo el soplo fresco de las montañas. Abrir nuestros bronquios, dejar que la vida fluya, que los átomos húmedos del oxígeno entren en nosotros y nutran nuestras células. Tomar aire, despejar la mente, abrir nuestro corazón. Darnos oxígeno. Espacio. Limpiar nuestra sangre, nuestras fuerzas, nuestros pensamientos.
Soltar y vaciar los pulmones. Relajar el corazón. Quitarnos peso. Quitarnos culpas. Quitarnos lastre. Soltar el vendaval, dejar ir lo malo, lo viejo, lo que ya no necesitamos.
Exhalar. Desprendernos. Lanzar lejos en suspiro, tos, casi hipo, todo eso que nos aqueja, que nos interrumpe, que nos pone la piedra en mitad del pecho, entre los bronquios y el corazón.
Aire, para mi ese es su nombre. Fresco. Suave.
Inhalar. Exhalar. Bocandas de vida, respiros de confianza.
Puesto en el difusor, antes de dormir, cuando la noche se nos cierra en el pecho, cuando la tos no cede, cuando los ronquidos interrumpen el momento, y darnos ese espacio para frotar en las palmas de nuestras manos unas ligeras gotas de este espacio líquido, como si fueran sutiles fragmentos cósmicos que inhalamos y así acarician nuestro pecho o el de quien tenemos al lado y mitiga la tos, sosega el ronquido, abre los pulmones, descansa el pecho.
Gotas de lluvia estelar que propicia el sueño perfecto, la respiración que renueva, que quita miedos, que permite la entrada del amor esperado que nos viene directo del cielo, partículas de lo infinito, entrando y ventilando nuestro espacio pequeño.
Aire líquido para purificar nuestro cuerpo.