Balance

A veces nos pasan cosas grandes y decimos que son pequeñas, y entonces quedan retumbando dentro nuestro en una caja que no le corresponde; luego hacemos de cosas pequeñas cosas grandes que se aprietan en nuestro interior haciendo que nos falte el aire.

La mezcla estabilizadora, Balance, nos da el equilibrio exacto. Poniendo a cada emoción en su centro, en su sitio; y a nosotros marcándonos el aquí y el ahora. El espacio perfecto. La coordinación exacta.

En la cuerda floja por lo que a veces sentimos que vamos avanzando, el Balance nos da la seguridad, el centro, el peso perfecto para que podamos girar, bailar, saltar y caer en el sitio exacto donde queremos caer.

Nos permite elevar nuestro vuelo al ritmo adecuado, hablar nuestros enojos sin furia, sin ira, en el tono tranquilo donde los corazones se oyen mejor.  El balance, nos trae al presente y nos ayuda a vernos reflejados en la otredad.
Nos hace las veces de una cámara de contención donde el  miedo, la carcajada, el puño cerrado, la lágrima atorada se evaporan de nuestro cuerpo dejando la emoción más limpia, más pura y, por lo tanto, más ecuánime.
Esta mezcla es perfecta para el niño pequeño que está peleando con su crecimiento, con el adolescente que está perdido en los tiempos adultos y la niñez que se le va, al adulto que se enfada por un día de trabajo o por demasiados coches en la calle, a la hormona revuelta masculina o femenina que quiere hablar más alto, llorar más fuerte.  Esta mezcla abraza las cenas familiares, sosiega el día que se ha torcido, libera el miedo para que no esté atrapado como pájaro en vuelo.
Dejemos que nuestras emociones, en dimensión honesta, se desplieguen liberadas, sin miedo, con amor y respeto.

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