Menta
La menta es uno de los aceites principales que lleva la energía de la vida en cada gota, que a la vez refresca, revitaliza, clarifica, concentra, y con ello nos centra y nos enfoca.
Pero a la vez, puede ayudarnos a darnos un respiro físico y emocional, permitiéndonos así transitar por malos momentos de manera más fresca, más suelta. Por eso la menta nos puede quitar un dolor de cabeza cuando las ideas aprietan, y despejarnos el pecho cuando el alma atrapada parece que empuja y entonces el plexo se cierra para no dejarla escapar.
La menta peperita es contundente y directa. Fuerte. Consistente. Y en esa fortaleza la menta puede sostenernos mientras pasamos momentos de angustia, de pesar, de dolor físico o emocional. Pero no hay que abusar de su ayuda para transitar los malos momentos y correr el riesgo de quedarnos en el espejismo superficial. Tomemos una gota de menta cuando necesitemos hacer un hueco en el espacio para descansar, dejar que el aire mentolado nos simule una cueva y podamos retomar fuerzas, porque eso nos dará la menta, la fuerza para poder salir a la batalla. La claridad para ver, el enfoque para reconocer y el memoria para no confundirnos. Dejémosla nos ayude sin abusar de ese espacio, no sea, que en el intento de huir, terminemos helando las emociones.
La menta también también nos ayuda cuando los jugos gástricos pelean dentro, cuando nos excedemos en la comida, en el alcohol, cuando la rabia se arrejunta en el vientre. La menta nos quita el mareo y dirige nuestros pensamientos a un punto de apoyo estático.
Por esa capacidad de hacer paréntesis que tiene, la menta nos ayuda a que el vómito ceda, para que podamos reiniciar el trabajo con más calma. Podemos inhalar su aroma directamente del frasco, o ponernos unas gotas diluidas en la mano y así pulir las emociones atoradas en el estómago para relajar los gases, la acidez, el dolor abdominal; o bien en el pecho para dar espacio al aire, a la oxigenación, a la vida, perdiendo así el miedo a morir, la tristeza, la opresión.
La menta puede acompañarnos en un vaso con agua, en el difusor, en un pañuelo de tela que nos recuerde el mimo de nuestras abuelitas, en un pedacito de cartulina en nuestro bolso donde antes hayamos escrito “te quiero” y así sea aire fresco para el alma y para el cuerpo.
La menta será nuestra aliada para transitar los momentos turbios, pero no nos dejará quedarnos ahí, no nos dejará que la utilicemos para quedarnos en la facilidad de su vitalidad. No debemos absorber de ella en exceso sin trabajar nosotros en consecuencia.
Ella, nos dará la energía que necesitamos pare retomar el día, para avanzar en nuestro camino, será un empuje, como si nos abrazara y nos llevara por el sendero durante un rato, sin que nosotros hagamos ningún esfuerzo, pero llegará el momento en que nos sentará en la ruta, y nos dirá: ahora te toca avanzar a ti, estaré aquí, a tu lado, pero eres tú quien tiene que transitar estas vías.
Es tal la energía vital de la menta pepperina que si eres de presión alta su uso se recomienda con precaución, ya que ella acelera nuestros pasos para que avancemos rápido hacia un lugar mejor.
Ella que es la caricia amable que nos baja una fiebre, que refresca el aliento y así las palabras, que nos abre los bronquios, y nos limpia la piel. Ella que es aire fresco y así despeja nuestras emociones, estén atoradas en los huesos, en los nariz, en el pecho, en el estómago o en nuestras ideas.
La menta ,contundente y flexible, es un esencia amiga para levantarnos y guiarnos.