Una gota de Rosa.

La vibración perfecta.

La vida que se abre pétalo a pétalo.

La nota musical que sólo se oye en el alma, el agarre perfecto de la mano del recién nacido, la mirada del primer beso, las cosquillas de la amistad que está naciendo.

La rosa es el circulo completo.

El continuum de la vida.

Ese instante que se queda latiendo, en el tallo, en el pétalo, en la madre tierra y dentro nuestro. El continuum de lo sagrado, de la flor completa, del universo dentro de cada pétalo.

Porque todos somos la rosa única.

Todos somos espinas, pétalos, aroma, vibración.

Todos somos ese capullo a punto de florecer, ser, expanderse.

Todos llevamos dentro la magia absoluta de la contención, del ser cuenco y ser el espacio, de ser mimo, caricia, lágrima y espejo.

Todos somos el todo de la rosa misma. La capacidad de abrazar, de rellenar el vacío absoluto que deja la perdida. De devolver al cuerpo, al pulmón asustado, el espacio para respirar, de devolver a la piel la suavidad que relaja y que ya no pica, no arde, no duele. De devolvernos la capacidad del gozo, de la entrega y el recibir, el intercambio perfecto de dejar ir nuestro yo material al yo material del otro, volvernos comunidad entera en el orgasmo, instante celeste del yo expando, del otro en mí, del nosotros largo y sostenido.

La Rosa no entiende de miedos, de limitantes, ni del veneno del espíritu dañado. La rosa, entra, conectando el embrión que fuimos con el adulto que somos, recorriendo el cordón umbilical en nuestra espina dorsal. Marcando nuestro etéreo con nuestra materia, dibujando un halo de gracia al rededor del infinito que nos hace únicos.

La rosa que todos llevamos dentro, en 5ml, para detonar cada uno de los poros perfectos que rodea nuestro universo del yo, que es nosotros.

Anterior
Anterior

Smart & Sassy

Siguiente
Siguiente

Melissa